martes, 29 de noviembre de 2011

Érase una vez un planeta

El mundo de mis sueños


Érase una vez un planeta

El mundo en el que yo sueño, comienza por el ser humano, el hombre como individuo. Sueño con un ser humano que reconozca que forma parte de la naturaleza, que el planeta y el humano somos un ente indivisible. El ser humano pertenece a la naturaleza, como pertenecen el agua, las plantas, el aire... Todas y cada una de las mínimas partes  que envuelve al ser humano, forma parte de éste. De igual forma que el planeta, con todo lo que hay en él, el humano incluido, formamos parte de una gran cosmos. 

Bien, a partir de aquí, sueño que los humanos, no utilizaremos nuestro estatus de superioridad sobre el resto de los seres vivos para demostrar, simplemente, nuestro poder, nuestra fuerza, nuestra superioridad. Sueño que los seres humanos sabremos utilizar y reemplazar los recursos que la naturaleza ha puesto a nuestro alcance. Y que estos recursos no son de nadie en concreto,  que nos pertenece a todos los habitantes del mundo. En el fondo somos como una comunidad de vecinos o una gan familia que se reparte lo poco que tiene.

Se, o creo saber, que los humanos somos quienes dirigimos el destino del planeta, porque somos los seres inteligentes, los que tenemos el poder de transformar la naturaleza. En el fondo no es  solo que tengamos el poder, creo que tenemos el deber.  La inteligencia se nos ha dado para caminar hacia la perfección y la perpetuidad.

Naturalmente, cuando hablo de perfección, no lo hago en el sentido puro y estrictamente físico, si no que hablo de la perfección, física, mental y espiritual.

Pienso que los humanos nos hemos adaptado al medio y que ello nos ha llevado a la no extinción de la especie. Pero, también creo que los humanos tenemos el poder, la facultad, de adaptar el medio a nosotros.  Pienso que, además del poder, tenemos el deber de adaptar el  medio a nosotros, para eso se nos ha dado la inteligencia.  Ahora bien, no de cualquier manera, no a cualquier precio, no todo vale. Ante todo, y como decía al principio de este escrito, en el mundo de mis sueños hay respeto,  respeto a los otros seres de la naturaleza. Y por supuestísimo, respeto entre nosotros mismos, entre nuestra propia comunidad mundial de vecinos: los humanos.