martes, 21 de febrero de 2017

NO ES UNA DESPEDIDA





NO ES UNA DESPEDIDA.

Muchos años cotizados, de los cuales poco más de cuarenta dedicados a la atención sanitaria. Sacrifiqué mi carrera de maestra a cambio de la atención al paciente. He decir que, auque siempre me gustó la docencia, no hubiera cambiado mi trabajo por ningun otro; la ateción al paciente me gustó. Pero hay que dar paso a la juventud. Creo que he cumplido suficientemente con la sociedad y con el mundo laboral. 

Ante todo quiero agradecer. No a aquellos compañeros que por tener una categoría profesional superior a la mía, han creído que también eran superior a mí como persona. No, a esas personas no tengo nada que agradecer. Tampoco he de agradecer a aquellos profesionales que me negaron en su momento un ascenso de categoría. Ellos no creyeron en mis facultades laborales, pero por suerte el juez sí reconoció mi merecido ascenso. Y tampoco voy a agradecer a aquellas personas que después del primer período de suplencias dieron mal informe de mí a los superiores en lugar de adverirme personalmente que mi actitud era errónea. Afortunadamente estas personas forman una minúscula parte de los compañeros que he llegado a conocer.
    A todos los demás muchas, muchas gracias. Gracias por haberme mostrado el mundo sanitario, gracias porque cada uno de vosotros me habéis aportado algo, o mucho, a nivel profesional y personal. Gracias por vuestros consejos, y gracias por escuchar los míos. Gracias por esos momentos de serenidad en que habeís abierto el corazon, desnudando vuestras emociones ante mi. Sabéis todos cuánto me gusta escuchar historias. Gracias por vuestra paciencia al enseñarme. Y gracias por creer en mi. En defintiva, gracias por haber formado parte de mi historia. 
   Ahora ya habéis dejado definitivamene de ser compañeros de trabajo. A partir de hoy mismo sois simple pero ámpliamente amigos. 
   También agradezco enormemente a aquellos superiores que creyeron en mi, dándome una segunda oportunidad a pesar de los malos informes presentados por algunos (no) compañeros. Gracias a aquellos responsables que han sabido entender mis momentos de angustia personal o familiar y me facilitaron cambios de turno o dias festivos. Gracias a esos jefes que han confiado en mi profesionalidad y me han dejado actuar en libertad.
    Me enorgullece poder decir que he tenido la suerte de formar parte de un gran equipo con plantilla de unas tres mil personas, y que he llegado a conocer casi a una tercera parte de estas personas. Gracias, gracias por quererme y gracias por dejaros querer.


Me atrevo a dar alguno consejos, no en vano el paso de los años es lo mejor para el asentamiento y el discernir. Ante todo os quiero decir que tengáis en cuenta que prácticamente una tercera parte de nuestra vida transcurre mientras prestamos nuestro esfuerzo y conocimiento a cambio de un salario. Por ello es importantísimo que el ambiente de trabajo sea cómodo y amigable.Ya que hay que ir a trabajar, hacedlo con alegría y entusiasmo. No permitáis que la desgana arruine vuestro día. No perdáis nunca de vista que vuestros compañeros no son vuestros enemigos. Cada uno ha de desempeñar su labor desde su puesto de trabajo, pero no os olvidéis que hay un objetivo común: el paciente; que tampoco es el enemigo. Es la “materia prima” de la industria de la salud, la parte esencial e indispensable de vuestro trabajo. No seáis individualistas, ayudad a unos y otros en la medida que la preparación profesional lo permita. No hagáis competición entre vosotros y no uséis el despacho del jefe como si fuera una sala de confesión, no está bien.
    Pero tampoco os dejéis aminorar por la empresa. Permaneced unidos, porque la unión da la fuerza. Trabajad bien y mucho, sí, pero también exigid una justa recompensa. Pedid lo vuestro sin vergüenzas ni miedos.


No quiero olvidar que también he podido cometer errores, que quizá haya decepcionado a alguien, o que incluso os haya molestado en alguna ocasión. Si es así pido mi más sincera disculpa. Y tened en cuenta que, a bien seguro, ha sido involuntariamente.


Ante todo mis queridos antiguos compañeros tened presente que no me despido de ninguno de vosotros. Nos veremos, o nos hablaremos, o nos escribiremos, pero no me despido de vosotros porque cerca o lejos estaremos juntos. A mi me encontraréis siempre que queráis, sabéis que soy muy accesible en mis redes.
    Me despido de mi puesto de trabajo. De fines de semana durmiendo y trabajando. Me despido de conducir casi dormida deseando llegar a casa. De cenas interrumpidas mil veces por el timbre del paciente. Me despido del salario pagado por mi empresa y me acojo al salario pagado por el Estado. Me despido de pasar la mitad de la semana sin dormir con mi marido y de rechazar invitaciones por tener que trabajar.
    Pero de mis amigos, vosotros, no hay depedida posible.