viernes, 20 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD


                                                        FELIZ NAVIDAD



     En cada una de estas letras hay un pedacito de amor. Ojalá que esos pedacitos traspasen vuestras retinas y se instalen en vuestros corazones. Ojalá percibáis esa paz interior que os quiero transmitir. Esa paz interior tan imprescindible para todos, esa paz interior que a su vez, transmite paz a las personas que nos rodean. Tener paz para dar paz, tener amor para dar amor.
     Os deseo a todos y cada uno de vosotros: a los que tengo muy cerca, a los que tengo muy lejos, a los que nos hablamos regularmente por aquí, por otros medios o en persona, y a los que normalmente no nos comunicamos, pero que sé que os llegan mis mensajes, a TODOS, os deseo paz y salud, no solo para estas fiestas, si no también para después y después del después. Os deseo también que estos malos tiempos que vivimos queden muy pronto en el pasado y que comencemos una nueva etapa sin egoísmos ni intolerancias.

                   QUE EL BIEN NO SEA EL BIEN PROPIO, SI NO EL BIEN COMÚN


lunes, 22 de julio de 2013

El Mago Paco

                      El Mago Paco



-Piiiiip, piiiiip, piiiiip 
     
Así suena todas las mañanas el despertador de Arnau. El despertador tiene forma de coche y despierta con pitidos. Se lo regaló su amiga Sara en su sexto cumpleaños. 
     Arnau se despierta, esboza una sonrisa, alarga la mano y para el despertador. 
     Al pequeño no le haría falta usar despertador porque su mamá le llama cariñosamente cada día, pero desde que Sara se lo regaló le gusta despertarse con el pitido del coche-despertador. Así, en lo primero que piensa al despertar es en su amiga, y eso le hace comenzar el día de una manera estupenda. 


Al despertar no puede evitar recordar lo que le pasó hace unas semanas. Aquella noche, Arnau no durmió nada bien. Un incómodo picor en la cabeza le hizo tener que rascarla una y mil veces. El nene había pensado ir al dormitorio de sus padres y decirles que el fuerte picor no le dejaba dormir, pero no quiso molestarles y decidió esperar pacientemente.  


Arnau, desesperado, decidió hablar con el molesto piojo: 
-¿Te quieres estar quieto? No me dejas dormir. 
     Para sorpresa del niño, el piojo habló. Le contestó: 
-Los piojos somos así. Es nuestra manera de ser. Tenemos mucha hambre 
-Pues ve a comer a otro sitio. A mi no me piques. 
-Lo siento, pero nuestro organismo solo está preparado para alimentarnos en las cabezas de los demás seres vivos. Por cierto, ¿cómo te llamas? 
-Me llamo Arnau. ¿Y tu?
-¿Yo? Yo no tengo nombre. Los piojos no tenemos nombre. Arnau, muchas gracias por hablar conmigo. Y perdona si te pico, pero lo necesito para vivir. 
     Así, entre picores y charlas pasaron aquella noche Arnau y el piojo . Por la mañana el niño no quiso decirle nada a su mamá. Se había hecho amigo del minúsculo parásito y le daba pena que se fuera de su cabeza.
     Como todos los días, después del desayuno su mamá le acompañó al colegio. Cuando Arnau abrió la puerta de la clase, se llevó una gran sorpresa: había muy pocos niños. 
     Allí, sentada en su mesa grande, estaba Jana, la profesora más buena que hay en el mundo. Ella estaba corrigiendo los dibujos que sus alumnos habían hecho el día anterior. Arnau le preguntó: 
-¿Jana qué pasa? ¿Por qué hay tan pocos niños en la escuela? 
-Se han ido a ver al mago Paco. 
-¿Si? 
     Preguntó el niño sin enterder nada. Jana le explicó: 
-Hay una epidemia de piojos y solo al mago Paco tiene la solución al problema. 
-¿Solución? ¿Qué quiere decir solución? 
     La proferosa, muy pacientemente, tomó la barbilla del niño, le miró a los ojos y le explicó: 
-“Solución” quiere decir que si te pasa algo malo, pues gracias al mago Paco, ya no te pasa. 
-¿Y cómo lo hace? 
- El mago Paco tiene una pócima especial que hace que se vayan todos los piojos de la cabeza. 
-¿Y a donde van? 
-A sus casas, con sus papás y mamás. Pobrecitos... Los piojos, se escapan de casa porque no tienen para comer. Cuando el mago Paco les da su ración, todos los piojos se vuelven contentos a Piojolandia, su país. 
-Yo quiero ir a ver al mago Paco. 
-Arnau ¿tienes piojos? 
-Si, solo uno, y es mi amigo. Pero prefiero que se vaya a su país, porque no me deja dormir. 


Cuando por la tarde la mamá de Arnau le recogió de la escuela, Jana les explicó que debían hacer para ir a ver al mago Paco. Así que aquel mismo día, por la tarde, Arnau y su mamá se acercaron a la montaña que les había dicho la profesora. Llevaban una pequeña mochila con dos bocadillos y agua. Arnau había pintado en la escuela un dibujo. Se lo pensaba regalar al mago Paco. 


Madre e hijo comenzaron a subir la montaña. Debían darse prisa, porque el mago Paco, solo aparecía cuando el Sol estaba apunto de esconderse tras el horizonte. Arnau, que era un niño de solo seis años, subía con dificultad y se cansaba mucho. Pero cuando pensaba en su amigo el piojo, entonces volvía a tener fuerza para seguir subiendo. Pararon varias veces para descansar, se comieron los bocadillos y se bebieron todo el agua. El niño ya estaba muy cansado. A veces tenía ganas de llorar, pero era muy valiente y se aguantaba. Su mamá, que es la mejor mamá del mundo, de vez en cuando le tomaba en brazos, y entonces Arnau descansaba un poco. 
     Por fin, antes de las ocho de la tarde llegaron madre e hijo a la cima de la montaña. Entonces, el piojo, volvió a tener hambre y volvió a picar a Arnau. Allí esperaron pacientemente viendo como el Sol, poco a poco, iba bajando buscando la linea del horizonte. Mientras, Arnau se rascaba alguna que otra vez. 

    Cuando ya sólo quedaba un pequeño casquete de Sol por ocultarse, vieron al mago Paco como subía por un camino de la montaña. Llevaba una mochila en su espalda.
-¡Hola! -Les dijo.
     La mamá le saludó: 
-¡Hola mago Paco! Te estábamos esperando porque queríamos pedirte que nos hagas un favor. 
-Claro. Yo siempre ayudo a los niños y a sus amigos los piojos. 
     Entonces, el mago sacó de su mochila un pequeño recipiente con un líquido y dijo: 
-Ven, Arnau. Te rociaré la cabeza con mi pócima especial. 
     Con mucho cuidado, el mago Paco fue bañando la cabecita de Arnau con el agradable liquido. 
     Al poco tiempo, Arnau sintió hablar a su amigo piojo:
-Ummmm. Qué buena está esta pócima. Gracias Arnau por traerme a ver al mago Paco. Te dejo, amigo. Me voy con mi familia. Les explicaré donde está el mago Paco y le vendremos a visitar de vez en cuando. 
     Arnau, se puso a reir a carcajada limpia. Luego rodeó con sus bracitos al mago y le dió un fuerte beso en la mejilla. Entonces pidió a su madre que abriera la mochila, sacó el dibujo que había pintado aquella tarde y se lo regaló al mago Paco. 
     La mamá de Arnau le dio un cálido abrazo al mago. Luego le preguntó como se llamaba su pócima, para poder fabricarla ella cuando su hijito volviera a tener piojos. Entonces el mago Paco le dijo: 
-Sólo yo sé el secreto de su elaboración. Se necesitan ingrediente especiales y mágicos. A mi no me importará volver a ayudaros. Siempre que me necesitéis, aquí me encontrareis. Entonces el piojo volvió a hablar: 
-Adiós, Arnau. Gracias.
     Arnau le contestó: 
-Adios piojo. Que seas muy feliz con tu familia. 

 
Arnau, sin acordarse que estaba muy cansado, comenzó a dar saltos y a corretear por toda la montaña. Estaba muy contento porque ya no tenía picores y porque su amigo el piojo podría, al fin, estar con su familia. 

jueves, 31 de enero de 2013

Montserrat

                         Montserrat



    

Ocho y media de la mañana. Una mañana de invierno. Conduces por la carretera con escasos coches. La carretera suficientemente amplia, bien asfaltada y señalizada. Sabes que fuera del vehículo hace frío, pero tu vas calentita escuchando pop lírica. Para distraerte un poco, miras a los conductores que circulan en sentido contrario al tuyo. Llevan cara de sueño y resignación. Ellos empiezan el duro día, tu acabas la dura noche.

Ya ves la señal de obligatorio encender las luces. Ya llega el túnel, anhelado túnel, que te inmersa en la oscuridad casi total, para llevarte a la mejor estampa que cada día te ofrece la naturaleza. Sales del agujero negro. Ves el recorte semicircular del final del túnel.

Y allí está, paciente, inmensa, quieta, señorial, montaña de Montserrat. Hoy su cara este está teñida de rosa pálido. Una inmensa roca rosa, recortada en un cielo azul, todavía tímido. Sales completamente del túnel. Entonces la mágica montaña ocupa todo tu horizonte visual.

En un segundo miras por el retrovisor y compruebas que ningún vehículo “te pisa los talones”. Frenas y reduces la marcha para poder deleitarte de la visión, a pesar que viene la mejor cuesta abajo de todo el trayecto. Pero no importa llegar cinco minutos más tarde a casa. ¿Qué más da, después de doce horas de duro trabajo?

Ese regalo de la visión de Montserrat es el primero de los muchos que te esperan durante el resto del día.