domingo, 15 de marzo de 2015

Curiosidades sobre "Manola"


                                    Algunas curiosidades sobre “Manola”


Quiero compartir algunos detalles con todos aquellos que habéis leído o tenéis pensamiento de leer mi última novela autoeditada, “Manola”.
   Quizá lo primordial es advertir que es una novela muy corta. Me atrevería a decir que está entre el relato y la novela. Consta de 11 cortos capítulos. En ellos se explica la vida de una mujer desde la infancia hasta la madurez, vida, por cierto, muy intensa ya que las circunstancias históricas tienen un papel importante. Imaginad toda una vida concentrada en 103 páginas y con letra algo más grande de la habitual de los libros, tal y como ya hice con la primera novela autoeditada. Creo que sabéis, mis queridos seguidores, que me gusta tener en cuenta la dificultad de visión de las personas de la tercera edad.
    Otra cuestión es que quiero que sepáis que esta novela, en realidad, fue la primera que escribí. Os ruego que disculpéis la alteración del orden, pero como dicen los matemáticos, y en este caso se puede aplicar: “el orden de los factores no altera el producto”.


De las personas que ya han leído “Manola” extraigo dos críticas. Algunos lectores me ha comentado que les hubiera gustado que el libro fuera más largo, que se querían recrear en la situación y que, sin embargo, acaba demasiado rápido. Por otro lado, hay una lectora que me asegura haber leído la novela con lágrimas en los ojos porque la descripción de la situación le ha llegado bien adentro. Naturalmente que agradezco mucho, pero mucho, toda crítica positiva o negativa. Muchos de vosotros ya lo sabéis, que soy una persona que me gusta escuchar, que me gusta que me digan las cosas claras, que acepto las críticas (siempre que haya respeto), pero que también, al final acabo haciendo lo que quiero. Y no quisiera desviarme de mi estilo: no profundizar en aquello que no es relevante en el argumento. No me gusta, de momento, escribir por escribir. Me gusta explicar historias. Pero si es cierto que intentaré, en lo sucesivo ser algo menos drástica, “paseando” un poco más a los personajes y ampliando (sin aburrir) la descripción de la situación.


¿Por qué explico esto? Porque tengo miedo a que os sintáis como engañados. No es una novela pretenciosa. Nada más es la vida de una mujer que hubiera podido ser la madre o la abuela de muchos de nosotros. Manola fue una mujer con ilusiones truncadas y que supo amar en un momento de su vida. Ella pasó de tener un carácter fuerte y autoritario a vivir en la humildad y la desazón.
Con “Manola” pretendo, al igual que lo pretendí con “Tomás Baena”, que la historia de la protagonista invada vuestras mentes y que durante el tiempo de la lectura seáis capaces de aparcar el bullicio de pensamientos que cotidianamente os veis obligados a sobrellevar.


Más detalles técnicos: la portada, nuevamente me la ha dibujado mi marido, Javier Moreno Gallardo y la maquetación, al igual que la anterior novela, la ha hecho desinteresadamente mi propia hija Irene, diseñadora gráfica de profesión.
    Otra cosa que os quería comentar es que no es nada fácil autoeditar un libro. Para mi escribirlo es un placer; editarlo, un martirio.

                                        
FELIZ LECTURA AMIG@S


jueves, 8 de enero de 2015

Similitud de caminos



                                                    Similitud de caminos


J- Quise llegar a la cima de la vida. Primero tiré por el camino más fácil; no me importó pisar las flores ni las hormigas que encontraba a mi paso. Más adelante me dí cuenta que alguien ya había pasado por allí y las flores estaban pisoteadas y muertas, el agradable olor a romero y tomillo se había convertido en fétido olor de podredumbre. Entonces entendí que me había equivocado de camino, que en realidad no era una senda, si no un precioso jardín que otros caminantes y yo misma habíamos estropeado.

A- ¿Cómo no te diste cuenta?

J- Sólo me fijé en que era el camino más atractivo.

A- Pero antes de iniciar un camino debes sopesar si es el adecuado. Piensa que hay andaduras que hacen daño a otros.

J- En aquel momento me di cuenta que me había equivocado. Volví sobre mis pasos arrepentida y dispuesta a encontrar el verdadero camino que me llevara a mi objetivo.

A- Bien. Eso está mejor. Arrepentirse no es malo.

J- No fue difícil. Una preciosa vereda ancha, asfaltada y cuesta abajo me indicaba que el camino fácil era el que debía seguir. Pero el destino me deparó una mala jugada. En un giro del cómodo sendero, me encontré un enorme pedrusco que no me dejaba seguir caminando. Pensé que quizá debía volver al punto de partida y buscar otro camino, pero observando bien, vi que de ese punto partía un atajo. Decidí ir por allí. El camino ya no era tan bueno, había chinos y polvo, pero eso no me impedía seguir adelante con mi objetivo.

A- ¿Por qué te dio miedo el pedrusco? También lo podrías haber escalado. No debes tener miedo al esfuerzo.

J- Yo solo quería caminar. No quería escalar. Caminar es fácil, subir por las piedras es un esfuerzo extra. Pero, ahora pienso que quizá debí esforzarme. A veces por evitar trabajos mayores nos encontramos con caminos todavía más inesperados.

A- Entonces, ¿Qué hiciste?

J- Pues nada, seguí caminando. Pero más adelante una bifurcación me hizo dudar: ¿Seguir recto, girar a la derecha o a la izquierda? Hay momentos en el recorrido de la vida en que una se plantea esa pregunta ¿Y ahora que hago? Tengo posibilidad de acertar y posibilidad de errar.

A- Lo importante es que siempre puedes volver tras tus pasos y rectificar. Lo importante es reconocer cuando te equivocas y saber reconstruir tu vida. Más importante todavía en no sentarte en la cuneta por miedo a equivocarte. Debes caminar hacia donde sea. No dejes de caminar, no debes rendirte.