viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Movistar? No, gracias




Todo comenzó cuando un día me cobraron más de lo yo esperaba. Me puse a repasar detalladamente la factura  ¿Cuál fue mi sorpresa? En ella ya no ponía ‘línea telefónica’, sino ‘Movistar fusión’. Repaso facturas anteriores, observando que lo estaban haciendo desde hacía casi medio año. 
   Entonces vino el peregrinaje de llamadas al 1004, contestadores automáticos, pasar de un teleoperador a otro, volver a explicar mil veces lo mismo, esperas en línea... ¿Qué os voy a contar que no sepáis? Total, más de dos horas de teléfono para nada. Eso sí el personal súper amable: me dicen que  toman nota, que la incidencia queda registrada, que a partir de ahora ya lo recibiré todo correctamente... hasta me llegaron a decir que ¡Me devolverían 200€! Todo, todo por conseguir que mi puntuación hacia ellos sea alta cuando me llamen para su evaluación. Pobres criaturas, atrapadas en una espiral de mentiras para sostener un puesto de trabajo. 
   Sí, mentiras, porque la siguiente factura me vino mucho más elevada y sin modificar. Así que vuelta a las llamadas al 1004, y vuelta a explicarlo otra vez. La siguiente factura tiene un precio más razonable, pero sin modificar ‘Movistar fusión’, y además con solo diez días de intervalo.       
   Ya no pude más y me fui a la oficina de consumidor.
   Tres días después de interponer la demanda observé en mi cuenta bancaria que Movistar me había cobrado por dos líneas móviles que no tenía contratadas (20€ por cada una). Únicamente se me ocurrió una cosa: devolver inmediatamente los recibos. 
   Lunes siguiente, 0:00 horas: no me llegaba bien el wifi a mi móvil, no le di importancia. Pero por la mañana vi que en casa ni funcionaba el router ni tenía linia telefónica. Vuelta a llamar al 1004: “la línea está dada de baja”, ¿por qué?, pregunto yo, “No sé, pero usted no tiene ya teléfono”. Efectivamente ¡Me habían dado de baja por impago de móviles que no son míos!  Increíble. 

Por fin llegó la respuesta de la oficina del consumidor: No me tienen que devolver dinero porque la ‘fusión’ es más barata que la línea . Les contesto que por favor no me den de alta, que no quiero saber nunca nada más con de esta gentuza. 
   Quiero explicar un detalle de la picaresca que gasta esta compañía: en varias ocasiones, tras llamar al 1004, el contestador me informaba que no tenía contratado un servicio determinado, ya no recuerdo cuál era, solo recuerdo que me decía que podía hacerlo en aquel momento. Me preguntaba: “¿Quiere contratarlo?”  Si decía no, me colgaban y si me esperaba en silencio también. Tuve que llamar varias veces esperando que no me saliera la locución del Sí forzoso. 


Y aquí estoy, con el único internet de mi móvil. Espero que algún día llegue la fibra y que Movistar deje de ser la única operadora que trabaja en mi pueblo. 

miércoles, 17 de octubre de 2018

ALIENTO







La mano callosa de él se posa en la suave piel del muslo de ella. Lentamente, para no asustarla, recorre su pierna de arriba abajo y luego de abajo arriba, acabando en la cintura, rodeándola con su musculoso brazo para después  estrecharla contra su pecho. A ella le sale el amor del alma como una enorme daga que atraviesa el cuerpo de él. El hombre estrecha a la mujer más y más, hasta sacarle el último suspiro de sus pulmones. No hablan, no es necesaria la palabra. Con el aliento y el latido del corazón se lo dicen todo. Así se duermen, fundidos los dos cuerpos en uno solo, llenos de amor de uno mismo y del otro. Están juntos, nada malo puede suceder.

sábado, 6 de octubre de 2018

SURCANDO MARES/ 10-Colorín colorado




10-Colorín, colorado...

Este último post es para explicar lo mejor del viaje.
He de decir que lo primero que me maravilló fue el camarote. No voy a hacer la descripción, pero comentaré que es una de las mejores suites que he tenido en mi vida. Ideal también la terraza. Además los tres camarotes de nuestro grupo estaban contiguos, con lo que para comunicarnos lo hacíamos al estilo ‘radio patio’, muy divertido, la verdad.  
Me ha sorprendido gratamente la elaboración de las comidas, especialmente en las cenas. Todo muy bien cocinado. Mención especial y honorífica, la pastelería. No recuerdo haber comido mejores pasteles, ideales para los que nos vuelve locos la repostería, pero con el dulzor justo y necesario, no más.  
Muy interesante poder descubrir una ciudad cada día.
Pero lo más importante ha sido la compañía de familia y amigos, todos con una gran disposición a pasarlo bien. Nos reímos de todo, de todo lo nuestro. Nos reíamos de nuestras torpezas, de nuestros despistes, de nuestros errores, de nuestras propias deficiencias. La verdad, parecíamos adolescentes que salen sin sus padres por primera vez, cuando el mayor del grupo tiene 81 años y el menor 63. Cualquier cosa nos emocionaba, contagiando al resto del grupo: las gaviotas cuando nos acompañaban en la salida del puerto, el sol cuando salía o cuando se ocultaba, la estela que formaba el barco en su marcha, los espectáculos llenos magia, los múltiples salones, todos diferentes, las escaleras brillantes, el ascensor trasparente que nos subía al último piso, el suelo perfectamente enmoquetado, y muchísimos detalles más que íbamos descubriendo día a día. 
Acabaré este diciendo una de mis frases: ‘No importa dónde vas sino con quien vas’.



SURCANDO MARES/ 9-Contras



9-Contras

Me gusta estar rodeada de personas, es cierto, pero para hablar con ellas, escucharlas. No me va estar al lado de una multitud de personas como si estuviera rodeada de una multitud de sombras. Encontrarme con gente por todos lados, que van o vienen, que suben o bajan por las escaleras o del bus, que embarcan o desembarcan, que entran o salen de los restaurantes, de los baños, del ascensor... No es lo mío. Además no eran 10 o 20 personas, eran cientos y miles. No, no me gustan las acumulaciones. 
   Me he sentido presionada para gastar más dinero del que ya había pagado previamente. Me podía encontrar en el teatro un operario intentando venderme boletos para el bingo, también había simpáticos fotógrafos en cualquier lugar y en cualquier momento haciendo fotos para vendérmelas después. En el bufet
pasaba una camarera  vendiendo zumos o una cena exclusiva en el restaurante privado. Por medio litro de agua hacían pagar más de 4 euros. Lo vi claro ya el primer día, cuando para hacer el simulacro de hundimiento no me llevaron ante el bote salvavidas que debía tomar en caso de urgencia; no, me llevaron al casino. Por lo visto sí era importante que supiera dónde estaba el salón de juegos, pero en caso de emergencia, aunque sí hubiera sabido ponerme el chaleco salvavidas, me hubiera sido complicado llegar a la cubierta de los botes. 
   Me daba pena la tripulación. Sí, decidme tonta. Yo iba al crucero para disfrutar del viaje, pero he podido ver más allá de sus impecables uniformes, perfecto maquillaje y peinados, más allá de sus sonrisas forzadas por el protocolo. En el interior de sus miradas vi el grito de socorro, de querer salir de las enormes paredes metálicas, de pisar tierra, su tierra, de ganar lo suficiente para mantener a su lejana familia, de no tener otra forma de subsistencia. Veo tras sus ojos que en realidad no les importa mi bienestar si no que no me queje de su servicio porque sabe que ello comportaría no contratarle el próximo año. En definitiva me ha parecido una tripulación forzada en su trabajo. Siempre he sostenido que el trabajador ha de estar motivado y el responsable de ello es el empleador. Cuando no veo gente feliz a mi alrededor yo tampoco lo soy plenamente. 
   En algunos momentos mientras miraba el mar, alzaba la vista hasta el horizonte, intentaba imaginar la tierra al final del Mediterráneo. Es el mismo mar, la misma agua que en el extremo Oriental ve morir personas que, desesperadas, caen en redes de tráfico humano. El mismo mar que mata a los indefensos y hace gozar a otros. Ese mar, cuyo idioma nadie entiende, pero que en su serenidad me transmite el dolor que esas aguas han causado. 

lunes, 1 de octubre de 2018

SURCANDO MARES/ 8-Arribada


8-Arribada

Poco hay que contar de este día, pero menos todavía de acontecimientos positivos.  
   En mi contra he de decir que como es mi primer crucero no sé muy bien el funcionamiento. La cuestión es que después de buscar el punto de encuentro donde nos distribuyen para el desembarco (naturalmente pasando por los laberínticos pasillos y las múltiples salas del barco), nos situamos en la cola donde una última revisión nos ha de autorizar a abandonar el buque definitivamente. Pues bien, paso yo pero a mi marido le hacen volver a recepción. Les ruego que me dejen volver a entrar y acompañarle. El resto de mis acompañantes se van con el pelotón de gente a buscar sus equipajes que ya estaban por la cintura transportadora. En recepción nos hacen firmar un documento. No lo habíamos hecho la noche anterior porque pensábamos que no era necesario. Volvemos tras nuestros pasos, más pasos. Por fin nos permiten desembarcar. Esperamos las maletas, esperamos, esperamos, esperamos... Aparece una, la pequeña. De la grande nadie sabe nada. Después de esperar casi tres horas nos marchamos del puerto sin la maleta. Por la tarde, ya en casa, nos llaman diciendo que la maleta había aparecido y que la podíamos ir a buscar ¿Magia? ¿Despiste? ¿Error? ¿Mala organización? 
   Le rogamos que la retengan contestó mi marido—.Mañana iremos porque ahora estamos muy cansados. 




SURCANDO MARES/ 7-Mallorca



7-Mallorca

Esta noche pasada sí he sabido que es viajar en barco. Poco después de zarpar, el Fantasía se adentró en el golfo de León, allí el viento fuerte hacía mover las olas que chocaban con fuerza en el casco de los piso de abajo produciendo vaivén. No piense nadie que tuve miedo o me mareé, al contrario me gustó sentirme por fin en un barco.
   Había estado en Mallorca hace unos años. Daba por hecho que ya conocía esta ciudad, por ese motivo no quería bajar, pero lo he pensado mejor y he cambiado de opinión uniéndome a mi grupo de viaje. Como me ha pasado todos estos días, no me he arrepentido de mi decisión, siempre hay alguna calle por la que no había pasado o parques nuevos o, simplemente, que después de unos años me miro las cosas de otra manera. Hemos subido al bus turístico y paseado por los alrededores de la gótica catedral de Mallorca. Teníamos poco tiempo, solo media tarde.
   Al llegar de nuevo al camarote nos encontramos con las explicaciones para el desembarco del día siguiente: dejar las maletas hechas, cerradas y etiquetadas en el pasillo, al lado de la puerta de nuestra habitación. 









SURCANDO MARES/ 6-Cannes




6-Cannes

A estas alturas del crucero ya comienzo a sentirme cansada de tanto trajín. Si hasta aquí tenía dificultad en saber qué día de la semana y del mes es, ahora ya debo hacer un pequeño esfuerzo para saber en qué ciudad mediterránea estoy. 
   En algún momento de la mañana y en algún lugar entre el barco y Cannes me han abandonado mi amigo inseparable de los días soleados, el sombrero, y el recién estrenado y bonito foulard, regalo de mi niña2. Se han cansado del largo pasillo alfombrado, de subir y bajar plantas, de ahora te dejo aquí y te vuelvo a coger. Han decidido pasar a una vida más relajada en la ciudad de luz, la elegante, distinguida, cara y glamurosa ciudad de Cannes. 
   Hoy ha sido día libre. El barco zarpaba a media tarde, así que no teníamos mucho tiempo para visitar la ciudad. La solución ha sido fácil: tomar la gua-gua. 
   No hemos ido a la presentación del capitán. No queríamos participar de una fiesta que es ante todo para lucir el mejor vestido, una fiesta con cientos o miles de personas que no conoces de nada, donde el capitán ni nos ve, donde nadie se preocupa por conocer a los demás, si no de ser el más elegante. No, yo no puedo con esas cosas. He convencido a mis compañeros de viaje y hemos hecho nuestra fiesta alternativa: antes de la cena nos hemos reunido los seis en uno de los camarotes y dado buena cuenta a las botellas de champán y la uva que nos han regalado.
 








SURCANDO MARES/ 5-Génova






5-Génova 

Dicen que es una ciudad grande, yo apenas he visto quince o veinte calles. No había tiempo para más. Hoy, al igual que ayer y antes de ayer, nos hemos levantado temprano. Al mismo tiempo atracamos en el puerto. Después del desayuno y la distribución en grupos, el guía nos ha acompañado por la ciudad. 
   El siglo de oro genovés fue en el XIII. Su condición mercante la llevó a la cima de las civilizaciones. La situación geográfica, puerto por un lado y suaves montañas por el otro, la hicieron una ciudad inconquistable. En la Edad Media los habitantes preferían vivir cuanto más cerca del puerto mejor. Por ello los edificios son altos y las calles estrechas; había que aprovechar bien el espacio. 
   En la época renacentista los habitáculos de las viviendas eran de distinta altura, según si era zona habitada por el propietario o por la servidumbre, pudiendo observarse fácilmente desde la calle la diferencia de las alturas en las ventanas. 
   En el siglo XVIII, una naciente burguesía ocupó las calles, demoliendo las antiguas viviendas de gente humilde para ensancharlas. El nuevo aspecto de estas calles es de mucha más amplitud, ya con balcones, cosa que antes entonces era impensable. 
   Por último hemos visitado la catedral de Génova, singular por la dualidad del mármol blanco y negro alternado, dándole una apariencia oriental, muy posiblemente por la influencia de los muchos viajes de los comerciantes genoveses a tierras árabes. 










sábado, 29 de septiembre de 2018

SURCANDO MARES/ 4-Florencia






4-Florencia 


En una ocasión me dijo una amiga que tenía que ir a Florencia. Ahora entiendo por qué me lo decía.
   Hay muchas ciudades bonitas en el mundo. Sin duda me iré de él sin ver la mayoría de ellas, pero hasta hoy Florencia es la que más me ha gustado. No puedes andar muchos metros sin ver una obra de arte. Y dónde no encuentras un fachada, encuentras una escultura, una galería de arte, un museo o un pintor creando. Florencia, una ciudad llena de luz que transmite bienestar y sabiduría. Me he quedado con la sensación de cómo cuando tienes mucha hambre y te dan a comer una pequeña muestra de una exquisita comida, no solo no te quita el hambre, sino que todavía te da más. 
   Alguien me ha dicho: volverás pronto. Espero que sea así. Quiero escrutar cada rincón de esta pequeña pero gran ciudad. 
   Me quedo con las palabras de mi hermana y compañera de viaje: Florencia es un joyero. 








SURCANDO MARES/ 3-Roma




3-Roma

Lo mejor de Roma ha sido David, nuestro guía. Él es un hombre menudo, piel muy tostada de patear calles, de unos cuarenta años pero ya sin cabello en su pequeño y moreno cuero cabelludo. Pues bien, David es un pozo de sabiduría en historia, y no solo la romana. Como he dicho en tantas ocasiones: no basta con saber, además hay que saber trasmitir el conocimiento. David, con su ligero acento italiano, pero en un perfecto español y con una voz fuerte, con o sin micrófono, nos ha explicado todo sobre Roma. 
   El guía nos ha dado detalles de las pinturas de la capilla Sixtina, de los obeliscos expoliados a Egipto, de las grapas de hierro y las losas de mármol arrancadas de las paredes para la construcción de cañones y edificios de familias poderosas romanas. Nos ha explicado los pormenores de la construcción de la plaza Navona, de la cúpula del Partenón, del Coliseo, del Arco Trajano, de la fuente de Trevi, del actual Palacio de Justicia, y más, muchos más detalles arquitectónicos de la capital del antiguo imperio. David también ha cuidado de nosotros, explicándonos dónde podíamos rellenar las botellas de agua, qué establecimientos tienen baño a disposición sin tener que consumir, en qué zonas se encuentran los mejores y los más económicos restaurantes. Nuestro guía y cuidador nos ha advertido de cómo llevar los bolsos y como son las/los carteristas que roban a los incautos turistas. 
   El protagonista de hoy no ha sido Roma, esta ciudad siempre estará presente para la Historia, siempre será reconocida, admirada, estudiada, visitada y amada. Pero David se difuminará entre los muchos guías que hay y habrá en Roma, por esta razón quiero dar relevancia a este mensajero del conocimiento.