sábado, 6 de octubre de 2018

SURCANDO MARES/ 9-Contras



9-Contras

Me gusta estar rodeada de personas, es cierto, pero para hablar con ellas, escucharlas. No me va estar al lado de una multitud de personas como si estuviera rodeada de una multitud de sombras. Encontrarme con gente por todos lados, que van o vienen, que suben o bajan por las escaleras o del bus, que embarcan o desembarcan, que entran o salen de los restaurantes, de los baños, del ascensor... No es lo mío. Además no eran 10 o 20 personas, eran cientos y miles. No, no me gustan las acumulaciones. 
   Me he sentido presionada para gastar más dinero del que ya había pagado previamente. Me podía encontrar en el teatro un operario intentando venderme boletos para el bingo, también había simpáticos fotógrafos en cualquier lugar y en cualquier momento haciendo fotos para vendérmelas después. En el bufet
pasaba una camarera  vendiendo zumos o una cena exclusiva en el restaurante privado. Por medio litro de agua hacían pagar más de 4 euros. Lo vi claro ya el primer día, cuando para hacer el simulacro de hundimiento no me llevaron ante el bote salvavidas que debía tomar en caso de urgencia; no, me llevaron al casino. Por lo visto sí era importante que supiera dónde estaba el salón de juegos, pero en caso de emergencia, aunque sí hubiera sabido ponerme el chaleco salvavidas, me hubiera sido complicado llegar a la cubierta de los botes. 
   Me daba pena la tripulación. Sí, decidme tonta. Yo iba al crucero para disfrutar del viaje, pero he podido ver más allá de sus impecables uniformes, perfecto maquillaje y peinados, más allá de sus sonrisas forzadas por el protocolo. En el interior de sus miradas vi el grito de socorro, de querer salir de las enormes paredes metálicas, de pisar tierra, su tierra, de ganar lo suficiente para mantener a su lejana familia, de no tener otra forma de subsistencia. Veo tras sus ojos que en realidad no les importa mi bienestar si no que no me queje de su servicio porque sabe que ello comportaría no contratarle el próximo año. En definitiva me ha parecido una tripulación forzada en su trabajo. Siempre he sostenido que el trabajador ha de estar motivado y el responsable de ello es el empleador. Cuando no veo gente feliz a mi alrededor yo tampoco lo soy plenamente. 
   En algunos momentos mientras miraba el mar, alzaba la vista hasta el horizonte, intentaba imaginar la tierra al final del Mediterráneo. Es el mismo mar, la misma agua que en el extremo Oriental ve morir personas que, desesperadas, caen en redes de tráfico humano. El mismo mar que mata a los indefensos y hace gozar a otros. Ese mar, cuyo idioma nadie entiende, pero que en su serenidad me transmite el dolor que esas aguas han causado. 

6 comentarios:

  1. Bueno, una experiencia más. No sé si has montado en globo, pero te falta subir a la luna. Gracias por hacerme ver lo que ya pensé que podría ocurrir. Pienso que solo se trata de mostrar lo bueno. De las anécdotas, de la buena compañía y de viajar y ver ciudades.😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí he montado en globo, si. Por aquel entonces todavía no me había dado por el uso de la palabra escrita. Hahaha

      Eliminar
  2. Pues quisiera hacerte una pregunta: volverían a hacer el crucero?
    En corto tiempo o en largo tiempo
    H

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo no. Quizá con otra compañía podría ser que si, pero con MSC no. Encima me perdieron la maleta.

      Eliminar
  3. Bueno Juani estupendo relato. Si te doy toda la razón en cuanto a la gran cantidad de personas q havian en el crucero pero claro ya es de suponer q en un barco tan grande debe ir completo de gente. Yo lo q mas me molestaba es q para ir a comer tuviéramos q recorrer tantos metros de pasillos en otro crucero q haga le pido a la de la agencia q me den el camarote bien cerca de los comedores. Porque como decía mi abuela havia q hecha merienda para el camino.

    ResponderEliminar