sábado, 29 de septiembre de 2018

SURCANDO MARES/ 1-Zarpamos






1-Zarpamos

Comenzamos esta nueva aventura con la comprobación del etiquetaje de las maletas: Una de mis acompañantes se ha equivocado, ha recortado una parte del billete de embarque y la ha colocado en el asa de su maleta. El macro taxi llega pronto y, entre comentarios y risas, llegamos sin darnos cuenta al muelle adosado. Es espectacular la buena organización que existe para embarcar, hay numeroso personal que nos indica por donde debemos pasar y qué documentos hay que mostrar. En ese momento no percibí la gran masificación que luego sí he encontrado a bordo. 
  Las maletas en la puerta de la cabina. El camarote no deja nada que desear a la suitede un lujoso hotel. El baño con suficiente espacio para todos los potingues que podemos llevar dos personas para una semana. 

El primer día es un estrés total. Tras dejar las maletas en recepción de equipaje vamos al comedor, lleno de viajeros, con mesas insuficientes y comida sírvase usted mismo. Para llegar al camarote debemos recorrer metros, muchos, de pasillos estrechos y zigzagueantes. Al poco de instalarnos sentimos por megafonía que otro de mis compañeros de viaje debe presentarse en el punto de atención, ha de ir a dar explicación, más bien a sentir la explicación: le han requisado su pequeña navaja, esa que desde que se la regaló su nieto siempre va con él. No ha regresado a su camarote cuando otra vez la megafonía nos advierte que es obligatorio ir al simulacro de hundimiento. Todos los pasajeros desfilamos de nuevo por los laberínticos pasillos siguiendo las indicaciones del personal. Nos distribuyen en diversas salas, a mí me corresponde el casino, lleno de máquinas tragaperras. Ahí, sentada en un taburete delante de una de ellas, observo a los tripulantes (uno cada dos metros cuadrados) cómo debo ponerme el chaleco salvavidas y cómo usar el silbato mientras la megafonía lo explica en varios idiomas. 
   De vuelta al camarote mis acompañantes deciden ir a cubierta, piso 14 del barco, para ver mejor la ciudad de Barcelona en el momento de zarpar. No les acompaño, necesito parar y relajarme. 
   Estoy entretenida cuando observo que el barco mercante que había visto al llegar se adentra más hacia el muelle, me extraña pero nada me dice que no sea el mercante el que se mueve sino mi barco. Poco después observo cómo el espigón del muelle también camina sobre el mar. Entonces tomo conciencia que hemos zarpado. El barco ha andado ya unos kilómetros y no se ha movido ni un ápice. 

Ahora son casi las seis de la mañana. Sé que voy en barco porque estoy sintiendo el agua al ser apartada por el inmenso buque, tan solo por eso. 







6 comentarios:

  1. Me alegra que te guste leerme. Tengo todos los días escritos ya, pero me falta pulir y corregir. Iré poniendo, sí. Gracias por tu comentario.

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  2. Mucho me ha gustado como lo has redactado todo, ya casi se me havia olvidado, fueros tantas emociones, juntas en tan corto tiempo q ahora me ha gustado recordar, y lo bien q lo redactado.

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  3. Me ha gustado mucho y está bien redactado. Lo seguiré el cada día. Te quiero

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