martes, 26 de septiembre de 2017

19.LA MADRE DE TODOS LOS VIAJES




*Día 19

Hemos pasado la noche en Tokio, en un hotel cabina del mismo aeropuerto. Para Irene también ha sido su primera vez. De verdad que es algo peculiar. En recepción te dan la llave de la taquilla donde debes dejar las maletas, y una bolsa con toallas, zapatillas, dentífrico y cepillo. Los hombres y las mujeres tienen zonas separadas. Desde la recepción se pasa en primer lugar a la zona de vestuario que es donde están las taquillas. Desde ahí se accede a la zona de aseo (con duchas, lavabos, zona para acicalarse, secador...) y los baños. El área siguiente es una sala con cabinas-dormitorio en una sola parte, dejando un pasillo al otro lado de la habitación. Hay un total de 60 camas dispuestas en tres pisos. A mí me ha tocado el de abajo. Irene ha dormido en el piso del medio, justo encima mío. En contra de lo que se pueda uno imaginar, las cabinas son suficientemente anchas y altas como para no sentirse encerrado. Y son suficientemente independientes, a pesar de compartir habitación, pues hay un buen aislamiento entre si. Se duerme cómodamente; claro que los que me conocéis sabéis que yo no necesito mucho requisito para dormir. Un fallo que tienen las cabinas: no hay conector USB para cargar el móvil durante la noche. 
Curioso es el camisón largo, gris, anudado con botones, de manga larga que nos han dado en el pak de la bolsa. Todas las mujeres, jóvenes y mayores que estábamos en el hotel-cabina íbamos vestidas uniformemente. No podía dejar de pensar en películas futuristas donde las personas visten igual, o en reclusas con sus  impersonales uniformes. 


La idea era que hoy viajáramos durante el día, cosa que parece extraño porque hemos viajado durante casi 14 horas, más el tiempo de embarque, y no se ha puesto el sol hasta que ya estábamos en Barcelona. En París hemos tenido dificultades con la conexión del vuelo. Pero al final hemos volado hasta nuestra querida Barcelona, donde nos esperaban nuestras parejas ¡Por fin en casa! Y con la satisfacción de haber visto a mi "bebé", como yo llamo cariñosamente a mi hijo. 

Siempre habrá un antes y un después de la MADRE DE TODOS LOS VIAJES. 


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