viernes, 15 de septiembre de 2017

5.LA MADRE DE TODOS LOS VIAJES



*Día 5

Hoy hemos tenido que madrugar. Hemos ido en TAV hasta Kioto y visitado tres templos. Impresionante la vista del monte Fuji desde el tren a pesar de estar a 20 Km. de distancia. Teníamos mucho que hacer para un solo día, así que hemos decidido subir a un taxi desde la estación hasta el templo del oro, y luego otro desde allí hasta el templo Yakasa Kōshindō. En este último taxi hemos dado con un taxista de avanzada edad. El hombre había sido profesor de historia japonesa. Nos ha llevado hasta el templo por calles estrechas, antiguas y llenas de historia mientras, además de conducir, nos ha dado una lección estupenda de historia local. Creo que Irene y yo jamás olvidaremos al longevo conductor. 
   Durante el recorrido de los templos Irene me ha hecho de auténtica guía turística, no en vano ella ha visitado estos lugares durante sus anteriores viajes a Japón. Quizá la anécdota que más me ha quedado en la memoria es la historia de la grulla: Cuentan que una niña estaba muy enferma, y para distraerla de su enfermedad le dijeron que si confeccionaba mil grullas de papel sanaría. La niña, convencida de su sanación, comenzó a fabricarlas pero no tuvo tiempo de llegar al millar. Murió. Después de los actos fúnebres sus amigos y familiares construyeron las grullas que faltaban hasta las mil. Desde entonces las grullas de papel son el símbolo de la salud. 

A estas alturas de mi estancia en Japón diré que me sorprende ver trabajando personas de avanzada edad (más, mucho más que yo). Estas personas desempeñan labores no cualificadas. He visto mujeres y hombres curvados por la artrosis limpiando baños, despachando cafés, informando a los transeúntes y usuarios de metro... Y hoy he visto un taxista que apenas podía ya vocalizar conduciendo ¡Un  hombre que había sido profesor de historia!











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